Ya que en mi último relato les comenté sobre una Miss
Colombia con la que compartí habitación durante uno de los certámenes en los
que participé, me pareció divertido que supieran un poco más sobre ella y
nuestra experiencia juntas.
El concurso que nos convocó fue el Miss World 2008,
realizado en Sudáfrica. Su duración, normalmente, es de un mes. Durante el
cual, se nos está evaluando constantemente a través de todas las actividades,
que ya mencioné en otro posteo, nos agendan. Ese año fuimos 109 participantes
las que asistimos en representación de nuestros países. Podrán imaginar que
tienen que dividirnos en grupos para trasladarnos de forma segura (porque
viajamos en calidad de embajadoras de belleza) y puntual (tenemos un horario muy
estrecho y cuidadosamente programado). Estos grupos son de 25 chicas
aproximadamente y no hay otro criterio más que el alfabético para su
categorización, es por eso que mis más cercanas compañías fueron las misses de
Albania, Angola, Australia, Botsuana, Canadá, China, China Taipei (Taiwán),
Chipre y, por supuesto, Colombia, entre otras (teníamos un problema con el
idioma que fácilmente resolvimos con el uso universal del inglés).
En nuestro caso, durante los primeros 15 días nos llevaron
de safari (si, así como lo leen, SA FA RI, 109 niñas bonitas en tacos que se
fueron a pasear por la sabana africana). Nos llevaron a conocer Durban, Ciudad
del Cabo, Mpumalanga, barrios con historia como Soweto y Pretoria, en Gauteng y,
los otros 15 días, Johannesburgo donde estuvimos ensayando la coreografía de la
noche de elección (¡requería tiempo coordinar con otras 108 chicas!).
Durante los viajes y dentro de la reserva ecológica en
la que hicimos turismo salvaje, compartíamos habitación en grupos de entre un
mínimo de dos y un máximo de cuatro concursantes, donde se nos acomodaba según
mismo idioma dentro del mismo grupo de 25 (siempre y cuando se pudiera, sino
por cercanía geográfica). Y, en el hotel en Johannesburgo, éramos sólo dos
misses por habitación. Mi compañera era la bellísima Miss Mundo Colombia 2008:
Katherine Medina.
Kate estaba súper comprometida con el concurso y
mantenía muy bien la línea, ya que podíamos comer lo que quisiéramos hasta el
hartazgo (y yo no era la excepción). La colombiana tenía una serie de rituales
de belleza, algunos que yo desconocía, como los ejercicios antes de dormir
utilizando solo una cama (flexión de brazos), una silla (abdominales) y el
suelo alfombrado (sentadillas) y otros que compartíamos, como colocarnos las
cortinas de pelo y, cual chimpancés quitándose los piojos, nos peinábamos y
colocábamos los ruleros mutuamente.
Recuerdo que mi roomie
(compañerita de cuarto en inglés) no hablaba absolutamente nada de inglés (sólo
había aprendido a decir: “Hello! My name is Katherine. I am Miss Colombia.
Bye!”), y un día, decidió romper su meticulosa dieta y pedir helado a la
habitación (estaba en uno de esos días difíciles de mujeres en que necesitamos
desesperadamente una buena dosis de azúcar). Tomó el teléfono e hizo el intento
de que en recepción alguien le hablara en español, como no lo consiguió,
procuró hablar en un spanglish igual de inentendible que el inglés de los
sudafricanos que lleva el acento marcado de sus lenguas nativas (zulu,
afrikaans, etc.). Yo (que hablo bien fluido inglés y ella lo sabía) estaba con
ella durante esta situación, pero como no me pidió mi intervención, no me metí.
Cuelga el teléfono y muy convencida de que le habían entendido, me pidió que
atendiera la puerta cuando trajeran el helado, mientras ella se duchaba.
Efectivamente, cuando llegan con el pedido no podía parar de reírme porque
habían traído papel higiénico y unas toallas limpias. Quizás entendieron que se
iba a duchar, pero definitivamente no entendieron que quería helado. Por ende,
le pedí a la chica que dejara esas cosas (total en algún momento las usaríamos)
y que trajera helado para ambas. Fueron tan eficientes, que para cuando salía
Katherine del baño, estaba llegando el helado para las dos.
Por supuesto, ninguna de las dos (ni mi amiga ni la
empleada del hotel) se enteraron del malentendido y todas quedamos contentas: la
sudafricana porque nadie se quejó y nosotras porque nos dimos un gusto sin
culpas.
Hoy en día, seguimos en contacto y les cuento que está
felizmente casada con un muchacho que se llama Sergio y tienen un hijito
hermoso llamado Matthieu. Viven en Colombia y las fotos que les dejo son una de
ella en el año 2008 concursando en Miss Mundo y una actual con su familia.