Durante este tiempo, estuve haciendo un taller de
escritura y literatura y, perfeccionando un poco mi forma de escribir. Me
estuve descubriendo como escritora y es por eso, que me he tardado tanto en
volver a escribir en el Blog.
Para empezar les voy a describir lo tumultuoso de
participar en un concurso de belleza. No todo es tan perfecto y simple como se
ve en las fotos, ¿Saben lo difícil y el tiempo que lleva verse como una Miss?
Yo participé de varios certámenes a nivel internacional y les aseguro que no
dormimos más de 5hs diarias para poder cumplir de punta en blanco con todos los
compromisos que tenemos programados durante la competencia. Antes de dormir,
solemos tomar un baño y arreglarnos el pelo (dormimos con ruleros, sexy, ¿no?)
que, si tenemos en cuenta que el estereotipo de una Miss es con pelo largo
natural, algunas necesitamos ayuda de unas cortinas de pelo extra que también
se peinan y se colocan antes de ir a descansar, nos hallamos haciendo rulos hasta las 2 de la
madrugada. Generalmente, nos liberaban después de la cena que suelen terminar a la medianoche. ¿Por qué
digo generalmente? Porque, a veces, después de la cena teníamos ensayo del
evento de la noche de coronación. (No es nada improvisado lo que se ve por
televisión). Siguiendo con la rutina de
belleza previa al tan anhelado sueño, nos colocamos cremas y nos arreglamos las
uñas (manos y pies) que, increíblemente, se arruinan en el día a día y una Miss
no puede dejar ningún detalle de lado.
Nuestros días comenzaban siempre muy temprano, a las 8
de la mañana estábamos citadas a desayunar (sé de algunas que no desayunaban
para poder dormir más tiempo y no tener ojeras) y, por lo general, nos íbamos a
las diferentes reuniones, visitas, excursiones entre las 9 y las 10 de la
mañana. Nos llevaban a recorrer el país donde se realizaba el certamen y nos
presentaban con diferentes autoridades así que había que estar lista para todo.
Tacos y maquillaje impecable todo terreno. Nos trasladábamos en colectivos
ploteados con llamativas calcomanías que no dejaban dudas de que en ese lugar
estábamos las mujeres más lindas (yo diría “preparadas”) de los diferentes
países participantes.
Recuerdo que en uno de mis viajes me asignaron a Miss
Colombia como compañera de cuarto. Ella hacía ejercicios antes de dormir para
no perder la forma, mientras yo me robaba caramelos y chocolates de la mesa de
postres para matar la ansiedad. También me robé una palabra muy bonita que
dicen mucho en su país: muñeca. El intercambio cultural es increíble y, muy por
el contrario de lo que piensan muchos, la competencia no nos hace romper tacos
y estropear vestidos. La competencia, al instante en que uno se encuentra con
otras mujeres en su misma situación, desaparece y se transforma en
compañerismo. En el momento en el que nos conocemos todas, sabemos quién merece
la corona y es por eso que elegimos pasar un buen momento, recopilando buenas
anécdotas y sumando amigas.
En la próxima entrada les voy a contar más sobre un
mundo de princesas y sobre un mundo que está muy ligado a éste: el de la moda.
Ya que aproveché la simpatía de la gente para con mi belleza externa y, les
recuerdo: trabajo como modelo profesional esporádicamente.